Cuando tenía como 12 años (1997) me encontraba dormido cuando tuve esta visión que marcó mi vida para siempre.
“Me
encontraba en comuna de La Florida disfrutando de una tarde de once como
a las 18.00 horas calculo yo. Mi abuelita (Gran Ma’) es muy puntual con
eso. Toda la familia reunida con una temperatura que me hacía conocida
como en las fechas de Navidad (entre Diciembre y Enero). Muy agradable,
cuando acá en Chile comienza a atardecer y corre esa brisa fría que
torna el clima tibio.
Estábamos
reunidos en armonía, mucha risa veía, en ese momento cuando nos
disponíamos a orar para bendecir los alimentos, sentí como en la calle
se sintieron gritos diversos. Lo que más recuerdo: la palabra: ¡Mira!
Seguido de eso sentí una Trompeta/Shofar sonar de manera estruendosa.
Como llamando a alguien. Todos nos miramos y en la visión (y ahora) se me erizaron los pelos. Mucho Temor, no miedo, temor.
Todos nos levantamos de la mesa súbitamente, en distintas direcciones de la casa saliendo para ver de dónde venía el sonido. La trompeta o Shofar sonó un par de veces, sonaba una vez, y se extendía el sonido inicial en una misma nota hasta perderse. Lo seguía otro.
Mientras
sucedía esto, salí al patio interior y me subí a una ventana de un
segundo piso, arrimándome la escalé y pude observar de Cordillera a mar,
como por detrás de la cordillera bajaba una estrella muy brillante y
pequeña. A medida que se acercaba más a tierra, pude ver una especie de
cruz que salía de una especie de tercer cielo, era como si las estrellas
se abrieran como un pergamino y esta comenzará a bajar. Cuando está se
perdió tras la cordillera (en territorio argentino) salí a la calle, por
dentro de casa hacia la vereda donde la gente estaba como atontada en
shock.
En eso
sucedió algo que me hizo darme cuenta que no era un sueño lo que vivía.
Me traslade a un sitio donde había dos filas notorias. Lo recuerdo como
si fuera ayer, en un camino había una fila ordenada no de uno en uno,
sino como de familia en familia. Donde estaba mi mamá, mi hermano y
algunas personas más que no recuerdo. Mi madre me miró con tristeza y
luego sonrió. Me abrazó despidiéndose y camino hacia dos ángeles de 4 o 5
metros calculo de altura, totalmente brillantes. Uno el de la derecha
tenía una espada apuntando hacia el piso, sostenida por sus dos manos
mirando hasta el final de la fila, el segundo con un libro abierto,
revisaba tu nombre en aquel libro y luego te dejaba ingresar hacia un
trono blanco tan brillante que no pude ver más.
Cuando me
despedí, tristeza embargo mi alma, en ese instante ocurrió algo que
nunca más olvidaré hasta su venida. Miré mis manos y vi manos no de
niño, sino de hombre. Miré mis palmas y no entendía que sucedía. ¿Soy
Yo? ¿Qué es esto?
Camine
contra la corriente y me salí de la fila en busca de alguien, no sé bien
a quién. Pero mi tristeza se transformó en lucha cuando miré mis manos,
como un soldado saliendo a la batalla, convencido de la victoria.
Ahí fue
donde pude observar una especie de camino oscuro, lleno de miedo, caos y
desesperanza [Job 10:20-21, 24:17, 38:17]. Las personas eran millares. Un mar de gente. Tantas que a
las que estaban en la orilla caían a una quebrada llena iluminada
(pienso yo por un mar de fuego). Dios Santo! ¿Qué es esto? ¿Por qué esta
gente?. Los gritos de dolor eran muy fuertes para un niño de mi edad
aquel entonces.
Es ahí cuando desperté, tembloroso y con mucho mucho temor.
- Algo
curioso que nunca dejo de pensar es que por costumbre mi papá me crió
con un reloj en mi muñeca. Siempre no podía faltar eso.
Cuando en la visión miré mis manos por ambos lados, nunca hubo en mi muñeca un reloj. Mis brazos y manos asemejaban que tenía más edad.
Y hoy por
hoy para la gloria de nuestro Señor Jesucristo desde los 15 años de edad
no uso reloj alguno (solo el celular). Tengo 27. Padre de Familia y
anhelo aquel momento, cuando mi Señor recomponga todo.
Creo con todo mi corazón que el tiempo es ahora y toda mi alma clama por ti mi Señor.
Dispuesto a cuando la señal audible recorra este planeta presentarme en el campo de batalla hasta morir protegiendo a su pueblo rezagado.
No sientan tristeza por nosotros, porque llegaremos un poco después, pero reserven nuestras mesas indicando que están ocupadas.
Dirán: -¡Pronto llegarán!
Dispuesto a cuando la señal audible recorra este planeta presentarme en el campo de batalla hasta morir protegiendo a su pueblo rezagado.
No sientan tristeza por nosotros, porque llegaremos un poco después, pero reserven nuestras mesas indicando que están ocupadas.
Dirán: -¡Pronto llegarán!
Que la gloria, Alabanza y verdad de este relato sean a Jesucristo.
Nuestro Señor y Salvador.
Alégrense mis hermanos, El Redentor está en camino. Jesucristo viene!
Maranatha!
Fuente: ElRegresa.net
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