A medio centenar de kilómetros de la franja de Gaza, en el corazón del desierto del Negev, las fuerzas de infantería de Israel se entrenan para la próxima guerra, en unas duras y exhaustivas maniobras en las que no se deja al azar el más mínimo detalle.
Bajo un sol de justicia y en medio de un
deshidratante calor, decenas de soldados de la Brigada Golani experimentan
estos días los escenarios previstos para una futura batalla, en un ejercicio
que habrán de repetir hasta la saciedad tanto de día como de noche.
"Lo repetirán hasta que lo hagan
bien", dijo el mayor Oren Antman, oficial al mando de los entrenamientos,
al recordar, en un tono casi recriminatorio, que "aquí los soldados son
preparados para la próxima guerra".
Certero al impartir sus órdenes, severo en la
crítica y, a la vez, respetuoso y generoso en el trato con sus hombres, Antman
es el encargado de dirigir las incesantes maniobras que el Ejército de Defensa
de Israel impuso a sus fuerzas terrestres después de la insatisfactoria guerra
con el movimiento terrorista libanés Hezbollah en 2006, una contienda en la que
el oficial participó.
Y es que nombres como Bint Yibeil o Marun
El-Ras, los escenarios más sangrientos de aquella contienda para las fuerzas
israelíes, están grabados a sangre y fuego en la memoria de la Brigada.
"Las cosas en aquella ocasión no se
hicieron como se debían", reconoce un joven teniente en la Escuela de
Entrenamiento de las Fuerzas de Infantería, un complejo de lomas casi
pulverizadas por el continuo paso de los transportes blindados (APC, por sus
siglas en inglés).
Punta de lanza de la infantería con las
Brigadas Guivati, Najal, Kfir y de Paracaidistas, los soldados de Golani que
participan en esta ocasión en el ejercicio pertenecen al Batallón de
Reconocimiento, el encargado de abrir paso a las demás fuerzas de la brigada en
el campo de batalla.
Es el batallón que corre mayor riesgo y,
durante 21 días, soldados armados con fusiles de asalto Tabor ejercitan
-primero en "seco" y después con fuego real- el despliegue de fuerzas
en territorio enemigo, cómo moverse en el terreno y la toma de una o más
posiciones siempre en lo alto de las colinas.
Todo bajo la atenta mirada de dos oficiales
que, desde un todoterreno, siguen sus pasos muy de cerca y corrigen por radio
sus errores desde el desembarque de los APC hasta llegar a la posición enemiga.
"El abanico en el que se despliegan es
muy importante. Si están demasiado cerca los unos de los otros, una
sola ráfaga, o una sola granada o proyectil de
mortero, causará varias bajas", explica Antman en medio de uno de los
ejercicios.
Al volante de un todoterreno Sufá 3 de
fabricación israelí, del que salta rápidamente en cada repetición para situarse
siempre un paso detrás de sus hombres, el oficial no perdona el más mínimo
error.
"¡Dispara, dispara!. ¿Por qué no
disparas?. ¡Dispara de una vez la Mag! (la ametralladora belga de 7,62
mm)", grita por radio al comandante de uno de los APC cuando el vehículo
está ya cerca de una colina de la que emergen cabezas de cartón y siluetas que
él mismo levanta por control remoto, silenciosa réplica del enemigo.
Un enemigo que todos saben dónde situar en el
mapa sin que ninguno de los oficiales tenga que citarlo por su nombre: los
grupos terroristas palestinos en Gaza y la del movimiento libanés Hezbollah.
Las ráfagas que exige deben ofrecer cobertura
a la salida ordenada, por la compuerta trasera, de los ocho combatientes que
traslada el vehículo, en una acción perfectamente orquestada con otros
blindados y tanques en el terreno.
"¡Deben avanzar todos en línea para
llegar al mismo tiempo!", se queja airadamente Antman al oficial que le
acompaña y que se encarga de trasladar sus correcciones por radio.
El ejercicio contempla también la evacuación
simulada de bajas por sus compañeros hasta llegar de vuelta a los blindados, en
cumplimiento de uno de los principios más arraigados del código ético del
Ejército de Defensa de Israel, el de "no abandonar heridos en el campo de
batalla".
Se trata de una máxima instaurada en 1956,
algunos historiadores dicen que por el mismísimo Ariel Sharón en la tan mítica
como polémica batalla de la Unidad 101 de paracaidistas en el Paso de Mitla,
durante la Guerra del Canal de Suez.
Para evitar un alto número de víctimas como
las de aquélla y otras batallas más recientes, los diversos regimientos y
unidades de la infantería se entrenan desde 2006 casi a diario y las fuerzas
hacen maniobras de distinta envergadura cada tres o cuatro meses.
"Nuestra misión es vencer al enemigo y
los de infantería sabemos combatir a pie. Aquí preparamos a los soldados para
llegar al enemigo lo más rápido posible, de la forma más sigilosa y con toda la
potencia necesaria para destruirlo... y eso es lo que hacemos en los
ejercicios", resume el instructor.
Así, en medio de columnas de polvo que se
alzan a varias decenas de metros sobre la superficie, a veces hasta ensombrecer
el sol, nuevas unidades acuden a la escuela en el Négev semana tras semana, con
el único fin de que el resultado de la próxima guerra sólo sea uno: imponerse
al enemigo con el menor número posible de bajas. EFE y Aurora
Fuente: Aurora-Israel
Siento compasión por Israel.
Dios tenga Misericordia.
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