Países de América, Asia y Europa firmaron un tratado que amenaza la libertad de los usuarios de internet. Si la Unión Europea lo aprobara, el espionaje sería un hecho en todo el mundo. Laprivacidad y las libertades individuales, otra vez bajo la mirada del Gran Hermano
Mientras la cuestionada ley SOPA anti-piratería duerme el sueño de los justos en los cajones de Washington y las redes de intercambio de archivos burlan el fin de Megaupload y continúan con la descarga de contenido con derechos de autor, los países centrales negocian en secreto contra la libertad de los usuarios de internet.
Por estos días, unos 22 países, entre ellos EE.UU, Japón, Canadá, Corea del Sur y Australia, acuerdan imponer un tratado internacional llamado ACTA (Acuerdo Comercial Anti-Falsificación, en castellano) y que se propone nada menos que la posibilidad de que las empresas prestadoras del servicio de internet estén autorizadas a espiar lo que hacen sus clientes y habilitar a la justicia internacional a tomar cartas en el asunto. O para explicarlo de forma más clara: a castigar a quien se animara a compartir archivos "protegidos" por los derechos de autor incluso con la cárcel.
Según denunció la red activista libertaria Anonymous, el acuerdo "crearía un opaco organismo anti-falsificación que autorizaría la vigilancia, por parte de poderosos intereses privados, de todo lo que hacemos online." Suena aterrador, ya que el acuerdo "también les permitiría imponer duras sanciones, incluyendo penas de prisión contra cualquier persona" que compartiera un disco, una película, un libro o un programa de computadora.
Mientras se escribe este artículo, representantes de la Unión Europea (no fue confirmado si hay integrantes de la Unasur en las negociaciones) dialogan sobre la posibilidad de firmar este tratado, lo cual habilitaría para que se le diera rienda suelta a la normativa a nivel internacional, forzando así a los países no centrales a convalidar de alguna manera u otra la ley. Los derechos de autor son un ítem central para los grandes capitales de la industria del entretenimiento y el lobby al respecto crece con el correr de los días. El cierre de Megaupload es una prueba al respecto y, tal como se puede ver, apenas la punta del iceberg.
Según pudo saberse, el ACTA afectaría inicialmente a Estados Unidos, Europa y a otros nueve países centrales, aunque progresivamente la red de espionaje, ya legitimada, se expandiría al resto del mundo. Es crucial la posición del viejo continente para que la norma avance o se cajonee por un buen tiempo.
Sigue Anonymous en su declaración: "Bajo estas normas tan estrictas y opresivas, personas en cualquier parte del mundo podrían ser castigadas por actos tan simples como compartir un artículo de diario, o por subir un video de una fiesta con música protegida por derechos de autor". Inquietante.
Medio millón de firmas contra el espionaje web
La mencionada red Anonimous inició en el día de ayer una campaña de recolección de firmas alrededor de todo el mundo con el fin de frenar en la UE la aprobación de este convenio. Hasta el momento, cuando pasaron unas pocas horas desde el comienzo de esta acción, la cantidad de firmas de usuarios de todo el mundo ya ronda las 200 mil. La intención es presentar la recolección de voluntades en los próximos días, una vez que se llegue a las 500 mil, lo cual no parece que fuera a demorar demasiado.
Un caso testigo: Polonia
Sobre lo que sucedería a nivel global si el poder mundial aprueba el ACTA podría tomarse como ejemplo lo ocurrido en Polonia tras la declaración del primer ministro Donald Tuso, quien dio su abierto apoyo al cuestionado acuerdo. Luego de sus palabras públicas, un grupo de hackers ataco varias páginas del Gobierno de ese país, al tiempo que cientos de internautas se manifestaron en varias ciudades contra el cierre de Megaupload y la firma del acuerdo antipiratería.
Los activistas cargaron contra las páginas web del primer ministro y los Ministerios de Cultura y Asuntos Exteriores, evidenciando las dificultades del Ejecutivo para frenar este tipo de ataques.
Todo parece indicar que el cierre de Megaupload fue apenas el comienzo de una gran batalla con final incierto.
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