domingo, 22 de enero de 2012

México: “Vi cómo una a una las vacas morían de hambre”

La peor sequía en los últimos 70 años ha dejado zonas de tierra en Durango totalmente secas
En la región del semidesierto de Durango la gente sobrevive entre la tragedia y desolación, mientras los productores de carne no terminan de contar las reses muertas por falta de agua y alimento para el ganado, por efectos de la peor sequía registrada en el estado en los últimos 70 años.

Grandes extensiones de tierra secas, sin pasto para que se alimente el ganado, sólo cubiertas de piedras, son escenarios comunes en el llamado semidesierto duranguense. Un ejemplo de ello y que refleja los estragos de la sequía se presenta en una franja entre la población 10 de Abril, en el municipio de Santa Clara, limítrofe con Zacatecas, y la 12 de Diciembre, en Cuencamé, a lo largo de medio centenar de kilómetros.
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Desde hace dos años que no ha caído una sola gota de lluvia a esa región localizada a unos 200 kilómetros al noreste de la ciudad.

Para constatar la magnitud de la sequía habrá que contemplar la desolación en la comunidad 12 de Diciembre, a donde se llega desde Durango por la carretera 145 y luego a través de una desviación entre cerros y por un camino de terracería.

Ahí, Alejandro García, uno de los campesinos afectados por la escasez de agua, se lamenta, al igual que todos los habitantes de la comunidad, de que en los últimos meses ha visto como perece el ganado sin poder hacer nada. “Se me murieron cinco vacas, porque estaban muy flacas se quedaron allá por el monte”, dice el hombre señalando una vereda que se pierde entre unas lomas.

Jando, de más de 50 años de edad, dice recordar que antes de que faltara el agua comía tres veces al día, y ahora raciona su alimento, principalmente de frijoles, papas y tortillas. Su hermana Guadalupe, quien se encarga de la casa, asegura estar preocupada por lo caro del alimento para el ganado, al igual que los de la comida diaria para la gente que apenas puede vivir.

Se duele de como se ha incrementando el precio de las tortillas, hasta 14 pesos el kilo, porque no hubo cosechas. “No se lograron los cultivos y ahora el gasto familiar es mayor”, agrega la mujer de piel morena y cabello entrecano.

Pueblo detenido en el tiempo

Unos 50 kilómetros más al sureste se localiza la cabecera del municipio de Santa Clara, el más joven del estado, ya que se declaró autónomo en 1901 tras separarse de Cuencamé. El poblado parece detenido en el tiempo. Con una población de 8 mil habitantes, sólo cuenta con mil casas edificadas sin ningún signo de modernidad ni de desarrollo.

No hay hoteles ni bancos, ni siquiera oficinas de alguna dependencia federal o estatal, aunque opera una agencia de Telecom-Telégrafos, en la que se reciben envíos de dinero.

Las autoridades del lugar admiten que no hay quién quiera invertir, por lo que el municipio tiene por lo menos 50 años de atraso en su desarrollo, en comparación con otros.

Pero no es la falta de infraestructura lo que causa incertidumbre a los pobladores, sino el hecho de que ya fueron abiertas tres enormes fosas para sepultar a las reses muertas por falta de agua y alimento, con la consecuente pérdida de su patrimonio.

Miles de reses muertas

Hasta ahora se estima que el ganado muerto supera las 3 mil cabezas sólo en el municipio de Santa Clara. La gente que no logra mantener en pie a sus animales, sólo lo deja abandonado a un lado de los caminos de terracería o, cuando más, lo arroja dentro de las tres fosas; dos de ellas permanentemente abiertas y a la intemperie con riesgos de que pueda generar una epidemia.

Restos de reses y bovinos se apilan dentro de las fosas de poco más de dos metros de profundidad y que despiden un olor insoportable.

Una pista de aterrizaje aledaña a Santa Clara también se ha convertido en depósito de ganado muerto que atrae a las aves de rapiña.

Cuantiosas pérdidas

Sin dar crédito a lo ocurrido, los productores de Santa Clara iniciaron un recuento de los daños, principalmente en la comunidad 10 de Abril, donde muchos de sus pobladores perdieron un patrimonio que les costó muchos años de trabajo.

Fue el caso de Rosalío Beltrán, quien asegura haber perdido 50 reses por la falta de agua o las enfermedades derivadas de la carencia de alimento. Ahora, espera que la ayuda oficial no quede en promesas.

A Jaime García se le murieron cinco de ocho vacas y admite que será difícil de mantener vivas a las restantes, porque “estamos en enero y no se sabe si habrá lluvia”.

Según estimaciones de los productores locales, desde abril sólo queda 30% del hato ganadero, donde había 2 mil cabezas y quedan 600, ya que unas murieron y otras se vendieron a precios muy bajos.

“Se requiere apoyo para comprar pastura. Las familias la pasan difícil; no hay dinero, es muy critica la situación. No hay respaldo para la sequía, todos estamos desesperados”, comentó Justino Galindo.

Debido a la contingencia en Santa Clara, su alcalde, Noé Guangorena Cruz, solicitó al gobierno federal un programa de empleo temporal para que se ayuden las familias. Mientras tanto, los paisanos no dejan de enviar dólares de Estados Unidos, como único sustento para la gente.

Sin embargo, el munícipe consideró que el problema podría agudizarse porque aún faltan cinco meses para la temporada de lluvias. En el pasado ciclo agrícola, en Santa Clara no se lograron los cultivos en las 18 mil hectáreas disponibles.

Daños en todo el estado

El secretario de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural del estado, Carlos Matuk López de Nava, dijo que la sequía afectó las zonas de la Sierra, el Valle y el Semidesierto, y que han muerto entre 48 mil y 50 mil reses en todo el estado, además que se perdieron cultivos de temporal de maíz, frijol y avena en 520 mil hectáreas, 80% del total.

“Esto es lo certificado; hay preocupación porque los campesinos viven del autoconsumo y de levantar sus 10 costales de frijol y del forraje para la alimentación de su ganado”.

López de Nava aseguró que a la fecha se ha repartido suplementación alimenticia para el ganado en los municipios de Santa Clara, Cuencamé, Tlahualilo, Simón Bolívar y San Juan de Guadalupe, los más afectados.

Jeremías
5:24 Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega.
5:25 Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.

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