sábado, 29 de octubre de 2011

Tocarán la Puerta, pero será Tarde, demasiado Tarde.

 
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Comenzó el sueño en medio de una lluvia torrencial, yo me encontraba caminando en la calle con una amiga, hermana en Cristo. La calle estaba inundada por las aguas, y la corriente de agua no era sucia, sino aparentemente limpia, y en el fondo,  se veían cosas de valor, como monedas, plata, joyas, todo en gran cantidad. 

Entonces mi amiga, me llamó gritando: “¡mira cuánta plata, ven y juntemos!”, entonces la ví levantando todo lo que ella podía, cargando en sus ropas.

Entonces yo me preparo también para alzar los objetos de valor que estaban en el agua y en ese momento me viene en mente un el siguiente versículo bíblico:

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Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad. (Ezequiel 7:19)  

Allí comprendí que nada de lo aparentemente era necesario me serviría, entonces me paré y continúe mi camino. 

De repente, me vi frente a lo que aparentaba ser una iglesia pequeña y al lado mío aparecieron unos niños pequeños, uno a cada lado, tomados de mi mano.  Y yo sabía que el único lugar donde estaríamos a salvo era allí, nos dirigimos pues a este edificio y entramos. 

Allí nos encontramos con otras personas, no pocas, estaban todos sentados alrededor de una larga mesa y ya dentro me dí cuenta que el lugar era inmenso.

Cuando ya estábamos dentro y quise cerrar la puerta con el seguro, ahí me percaté que me faltaba un niño más y que tenía que salir a buscarlo. Entonces, dejé a los otros dos niños con las personas que estaban dentro de la iglesia y salí en busca del que faltaba. En el sueño el niño no estaba muy lejos del lugar, entonces lo hallé rápidamente y cuando estaba reingresando en el local,  escuché una voz 
muy potente, como un estruendo, que me dijo: “ya os di vuestro tiempo”.

En ese momento tuve una visión en donde pude leer las letras de un pasaje de la escritura que decía:

El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.  (Marcos 13:15)  

Picture Inmediatamente me sentí muy quebrantada por haber salido a buscar al niño que me faltaba. Luego, rápidamente empiezan a llegar personas de diferentes edades, adultos, mujeres con niños e incluso parientes de los que estaban ya dentro, intentando entrar en este recinto que parecía una iglesia, y era como un lugar de refugio.

Muchos  de los que estaban dentro vinieron a mí, a pedirme que abriera las puertas a los que intentaban entrar, y yo respondí “el Señor ya habló y dijo que el tiempo ya nos fue dado”.
Mientras, las aguas continuaban subiendo; afuera, entre los que intentaban entrar, podía  ver  una mujer se dijo así misma: “me quedaré aquí afuera esperando hasta que me abran”. Otra mujer venía con sus niños llorando y con un rosario en la mano, sus niños en llanto reclabamaban a su madre, y ella les reprendía los diciéndoles que así no podía así rezar el rosario.

De repente en medio de esta gente apareció un hombre cargando bolsas de provisiones, comestibles, etc.,  solamente para la iglesia, él si pudo entrar.


"Miren, estén alertas y oren, pues no saben cuándo será el tiempo". 
Marcos 13.33

Dios los bendiga.

Alicia C.
(Ciudad del Este - Paraguay)

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