miércoles, 16 de noviembre de 2011

TERRIBLE TERREMOTO - Testimonio, Advertencia para Chile


Testimonios relatados en la iglesia Bet-el (La Iglesia de los Hermanos - Chile) 
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Testimonio 1

Junten alimentos

Viene algo a este país, pero el Señor nos va a guardar, el Señor habló que tenemos que guardar alimentos como en los tiempos de José, porque ese día iba a ser un día muy largo. 

En la visión mientras Dios me mostraba yo veía cosas del cielo caer y veía una ola que cubría la iglesia, el día comenzaba claro pero se oscurecía por las cosas que caían del cielo, pero el Señor dijo que ese día como pudiésemos había que llegar al templo, no a pedir nada sino que a adorar al Señor. 

Dijo que todos las personas de la iglesia que nunca habían pasado al altar a doblar sus rodillas ante el Señor, ese día ustedes no se imaginaban lo que iban a sentir, el terror que ustedes iban a sentir, los que nunca se habían arrodillado ante el Señor, el dolor del cuerpo por dentro, el dolor que iban a sentir iba a ser muy fuerte, como que nuestras entrañas se iban a derretir pidiendo piedad  al Señor  y no lo íbamos a hacer solamente arrodillados. 

Yo veía un día largo, algo que no paraba. Yo creía en el sueño que las cosas que saltaban eran como de un volcán o terremoto, no sé con seguridad lo que es, pero es un día largo y terrible.  Y todo lo que alcancemos a juntar en este tiempo Dios lo va a multiplicar. 


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Testimonio 2
Terremoto largo y tsunami


En la madrugada del miércoles soñaba que venía a la iglesia, venía con apuro, era de día, y veía que había llovido y cuando veníamos llegando a la iglesia y había un punto de predica, que es de los  pentecostales estaban en la vereda predicando, no podía pasar no había espacio y dentro del grupo de los pentecostales me dicen “Todo lo que tú has hecho, se viene el fruto” y ¡todo lo que han hecho! 

Hablaba de la iglesia, viene el fruto Yo los bendigo grandemente, bendigo donde están congregados ¡y me extrañe mucho, ya que, los hermanos pentecostales nos miran extraño. Y cuando veníamos llegando a la cancha veo que comienzan unos gritos terribles, terribles  y digo ¿Señor que es esto? ¿Este es el día que Tú dijiste?, ¿Este es el día Señor?, y le digo a Jacke: ¡Jacke, corramos a la casa! y yo me devolvía y en el camino; le digo: ¡SI,  el Espíritu Santo dijo que volviéramos, que fuéramos a refugiarnos a la  iglesia!. 

Las personas gritaban, yo no quería mirar al cielo porque me acordaba de la profecía que había dicho el Señor y cuando llegábamos acá, yo no me acordé de la familia, no me acorde si tenía hijos, no me acorde de nada, corríamos como locas (desesperadas) hacia  la iglesia, la gente gritaba y corría. Y cuando yo entraba a la iglesia estaba llena, llena de personas, no sé qué  pasaba en el cielo que las personas gritaban como locas y entraban a la iglesia.

Y ahí me acorde de Esteban, y le decía que se afirmaran de un fierro, y le decía que ¡no llore! No llore, porque este es el Poder de Dios, este es el Poder de Dios y cuando yo decía eso, comenzaba un terremoto tan terrible, tan terrible hermanos, y nosotros no nos caíamos porque en la iglesia había tanta gente, cristianos, no cristianos, que solamente nos ladeábamos de un lado a otro, no había espacio para que nos cayéramos al piso, parecíamos verdaderos borrachos. 

Y le decía al Señor ¡Señor por favor ya pare! Porque era demasiado largo, demasiado largo, no era igual al que vivimos el año 2010, no era igual, era horrible,  horrible, no terminaba nunca. 
Yo le decía al Señor ¡Señor por favor pare! 

Dentro de la iglesia había un clamor, nadie gritaba, estábamos seguros aquí, y cuando paraba el terremoto una mujer que no era de la iglesia, se había metido en la iglesia refugiándose ella va hacia afuera gritando como loca, y decía ¡el mar! ¡el mar!, decía ¡el mar! Y yo veía a través del muro, como que el Señor sacaba la pared, y podía ver a través de ella, y veía una ola inmensa, horrible, y yo decía ¡Señor ahora nos morimos! Porque las olas eran inmensas  y rompen y se venían por la carretera eran ríos que se llevaban los autos igual como si fueran juguetes, y yo le decía al Señor ¡Señor ya pues, pare! ¡Pare! 

Y cuando veía que se rompían y alcanzaban y llegaban las olas acá,  y era imposible que viéramos las olas desde aquí, pero esas olas eran inmensas, inmensas y nada quedaba parado para allá, nada, nada, yo veía todo para allá, era horrible. 

A nosotros nos tocaba el terremoto, pero a ellos les tocaba el tsunami (podemos entender por ellos, personas que  viven cerca de las costas) Las carreteras comenzaban a desaparecer, inundadas por el mar. Yo veía en el sueño que era un día sábado o domingo, no era un día de semana, porque estábamos todos los hermanos, todos.

Que el Señor tenga misericordia de ese día porque es tremendo, es tremendo ese día y ojalá no pasara, pero el Señor sabe como hace las cosas, amén. 




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